Un Renard apprivoisé
La palabra francesa "apprivoisé", participio de "apprivoiser", deriva del latín vulgar 'apprīvātiāre', que significa "privar", del latín 'prīvō' (despojar, liberar) y del sufijo ad- (hacia), a través del provenzal, que combinaba la idea de separar o despojar de lo salvaje para establecer una conexión de familiaridad. El sentido original de "domar" o "domesticar" se amplía a la construcción de lazos y a la creación de amistad, como se explora en El principito, donde "domesticar" también implica crear lazos y familiarizarse.
No deja de ser paradójico que un despojar (de la animalidad) sea a la vez un liberar (de la ferocidad animal, de la arisca soledad, de la natural indisciplina). Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose; hace personas la cultura, decía Gracián (cito de memoria).
En la popular obra El principito (1943) de Antoine de Saint-Exupéry, el zorro simboliza el valor de la amistad y apprivoiser es sinónimo de "domesticar" y también de "crear lazos", como hemos dicho. El zorro enseña al Principito que para formar vínculos se necesita tiempo y paciencia, y que esto es lo que da sentido a las relaciones y a la vida; son imprescindibles las virtudes de la espera, tan olvidadas. Sin confianza es imposible la esperanza. No se pueden trabar lazos perdurables con base en la desconfianza.
El zorro le explica que para que ambos se entiendan y se necesiten mutuamente, el principito debe "domesticarlo", lo que significa crear un vínculo especial entre ellos. Comprende así que la amistad requiere compromiso y reciprocidad y esto hace que algo pase a ser alguien, que cualquiera llegue a ser alguien único y especial.
La creación de lazos nos hace responsables. El Zorro enseña al principito que "eres responsable para siempre de lo que has domesticado", lo que subraya la importancia de los compromisos y las relaciones significativas en la vida. Con ayuda de la sabiduría zorruna, el protagonista aprende a dar valor a lo verdaderamente importante.
Por eso pide, como tantas criaturas humanas, que lo apprivoisé, que lo domestique o amaestre en las artes y relaciones de la cotidianidad vital, deseando crear un vínculo único y significativo: una nueva rutina social.
El Zorro le pide al Principito que lo torne apprivoisé en la famosa obra de Antoine de Saint-Exupéry por varias razones que giran en torno al deseo de crear un vínculo único y significativo, pues para el Zorro todos los principitos son iguales y él es un zorro más, igual a miles de ellos. Apprivoiser es una forma de romper esa monotonía al crear algo nuevo que no existe con nadie más. Es una manera de dejar de ser uno más, un cualqueira, para ser "mi Zorro" y "mi Principito".
¿Es la domesticación una forma de posesión? Sin duda, tal vez la más humana, que implica compartir pacíficamente espacio y tiempo. El Zorro, una vez domesticado, deja de ser uno más para ser "El zorro del Principito". Es la esencia del proceso comunicativo de socialización... "mi compañera", "mi amigo", "mi esposa", "mis nietos", etc.
Al apprivoiser a alguien, el otro se vuelve importante para uno en un descubrimiento del diferente, al mismo tiempo uno se vuelve importante para el diverso, que podría, sin ese lazo famliar, ser un adverso, un enemigo natural, como lo es el zorro real respecto a la gallina. Mediante este proceso uno puede ver más allá de su propio ombligo el valor de los demás y encontrar sentido en su entorno.
Además, uno sólo puede conocerse con rigor en el espejo de los demás. Kant advertía que la psicología jamás podría ser una ciencia, primero porque no se deja matematizar, pero además, entre otros motivos, porque uno no puede verse bien a sí mismo (no puede objetivarse sin sesgo), porque el flujo temporal de la experiencia interior carece de estabilidad:
"Jugar a espiarse a uno mismo es invertir el orden natural de los poderes cognitivos. El deseo de investigarse a uno mismo o es ya una enfermedad de la mente (hipocondría) o es una forma de contraerla y terminar en un manicomio".
Debemos limitar el alcance del primer mandamiento délfico, "Conócete a ti mismo", con el imperativo del segundo: "Todo con medida". Y, en cualquier caso, cumplir con el primero nos exige socializar, amigar, salir de nosotros mismos aceptando la domesticación, el amansamiento o amaestramiento que nos sujeta con obligaciones, impone responsabilidades y nos libera de la agresividad natural.
Uno aprecia cosas que antes ni siquiera notaba cuando repara en los gustos, en las manías, en las fobias, en los deseos, en el sonido de las pisadas del otro. Por decirlo metafóricamente, se trata de un "ver con el corazón", pues "lo esencial es invisible a los ojos", mirar con una predisposición emotiva de animal doméstico.
Al pedirle que lo devenga apprivoisé, el Zorro invita al Principito a ver su verdadera naturaleza, más allá de la de un simple animal, y a crear un lazo emocional que es mucho más valioso que cualquier cosa tangible. No busca su domesticación por necesidad física, sino en relación a un profundo anhelo de conexión. Es un acto de aceptación de la propia vulnerabilidad, que permite a ambos personajes trascender sus vidas solitarias y aprender lo que significa ser verdaderamente importante para Alguien.
Quien no se deja domesticar, evita compromisos y responsabilidades, pero jamás será alguien para nadie.
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