martes, 25 de diciembre de 2007

Derechos Humanos


Los llamados "Derechos Humanos" son un gran invento de la humanidad por mejorar la convivencia sin apelar a ninguna autoridad trascendente.
En una época donde todo eran obligaciones la palabra "Derechos" sonaba a subversiva; y no faltaba razón ya que cuando todos los “derechos” son propiedad del autócrata, alegarlos era sin duda una forma de negar a la autocracia, fuese ésta representada por una corona o cualquier otro signo de legitimidad. El hombre tenía "Obligaciones" con su amo feudal, con sus caballeros, con el Rey, con el párroco y naturalmente con Dios... "derechos" no, ni, además, los necesitaba. Sería como exigir ser “dichoso” o que el cielo se incline ante nuestros deseos.
La Revolución Francesa significó toda una revolución (la primera de la serie contemporánea y probablemente la que más consecuencias ha tenido en nuestra manera de percibir el mundo social), y con ella aparecieron los Derechos con mayúscula. Todos los hombres, por el simple hecho de su naturaleza humana, venían al mundo con determinados Derechos. Y estos Derechos, que a su vez eran "obligaciones" para su entorno, especialmente para el poder político y religioso, lo acompañaban durante toda su vida en la tierra.
Pero lo que en su momento fue revolucionario se fue degradando imperceptiblemente hasta, en nuestros días, alcanzar el vacío con forma de trivialidad. Y con la costumbre y la repetición vino la desacralización y en cierta forma su des-humanización. Ahora todo bicho viviente tiene "Derechos" (que han sido reivindicados para los primates y algunos consideran que también otros órdenes biológicos son poseedores de sus derechos especiales) y en consecuencia la palabra y su concepto ha dejado de ser un arma contra el autoritarismo para devenir una pancarta agitada en cualquier reivindicación callejera o mediática.
La cantidad termina reduciendo a polvo la calidad. Este pensamiento podría parecer conservador, pero creo que es sólo una constatación (algo melancólica) de como se transforman las grandes cosas en una caricatura. "Del héroe mártir al funcionario legalista", podría ser, quizá, el proceso normal de cualquier movimiento social, político o religioso. ¡Y otra vez a empezar de nuevo!
Me adhiero a la propuesta de otro concepto que reemplace al manido "Derechos"; se trata de "Responsabilidad". Así se podría hablar de "Responsabilidad Humana", o "Responsabilidad del niño", y por supuesto también "Responsabilidad del preso" o "Responsabilidad de los homosexuales". La idea es sencilla, como la de Derechos, pero quizá ayude en algo a mejorar nuestro mundo. Se trata de pensar en lo que podemos dar, en lo que necesitamos dar para que el mundo funcione mejor y con menor dolor. En las necesidades que tenemos todos, más que en cualquier otra cosa.
A la larga también habrá que cambiar de término, y de idea. Pero por lo menos durante un tiempo sacralizando la "responsabilidad" hasta es posible que tengamos un poco más de ella. Y al mundo no le vendría mal, pienso.

1 comentario:

José Biedma L. dijo...

Muy bien escogida la foto, Carlos. La retórica de los derechos tiene algo de sacrílego. Efectivamente, cuando el humano se proclama acreedor de todos los derechos del mundo (del imaginario mundo de las posibilidades) se engríe o ensoberbece de modo tan ridículo como el gallo que canta su vanidad sobre un montón de estiércol. Lo de los derechos es una retórica, en el buen sentido clásico. Ese paraguas protector sólo lo pueden sostener quienes asumen todos los días sus obligaciones. Pero curiosamente, quienes más sacrificadas obligaciones rinden son quienes menos derechos ostentan: los inmigrantes, los trabajadores que no pueden descansar por el ruido que genera la litrona inmisericorde, las amas de casa, los viejos, las viejas profesiones, médicos, profesores, los padres... Esto nos descubre que la retórica humanista se ha degradado en publicidad engañosa.
Ante semejante insidia conviene recordar que la naturaleza -por lo que sabemos-, en su larga aventura vital, no ha producido ni un solo derecho, sino sólo necesidades. Y que quienes atienden nuestras necesidades son -precisamente- quienes cumplen con su obligación todos los días, produciendo bienes útiles.