jueves, 2 de junio de 2022

PIEDAD

 

Piedad de Juan de Ávalos hecha con placas de piedra caliza.


A Sócrates le condenaron por impiedad (ἀσέβεια, asébeia). Lo contrario de esta es la εὐσέβεια, la piedad, de donde viene el nombre propio "Eusebio". Por impiedad entendían los griegos la blasfemia, el sacrilegio, la irreverencia con respecto a los dioses del Estado y también la falta de respecto con respecto a padres y antepasados. 

Según Antonio Tovar en su extraordinario estudio de la Vida de Sócrates (1947), el filósofo no fue impiadoso, sino un renovador de la piedad. Para Sócrates la piedad no se limitaba al culto externo de sacrificios y rituales, sino que también como virtud era susceptible de un verdadero conocimiento. 

Sócrates fue -según Tovar- radicalmente religioso. Interiorizó, personalizó la religión a la vez que sublimó el respeto a la ley como vínculo político. En el diálogo Critón escrito por Platón,las Leyes son personificadas (prosopopeya) y dialogan con el filósofo para fundamentar la autoridad de la polis, es decir los deberes patrióticos, que son una faceta de la piedad, de la eusébeia, una concreción del respeto a los dioses tradicionales.

Para Sócrates -y Platón desarrollará esta idea- lo importante en nuestra relación con lo divino es mantener la pureza y justicia del alma. Para complacer a los dioses, es decir, para ser piadoso, lo mejor que se puede hacer es ser justo, ser buena persona. Esto no significa que Sócrates o Platón desprecien las formas populares de religiosidad, rituales, devoción a las imágenes, procesiones, etc. No obstante, esto adquiere ahora una importancia secundaria, con ello Sócrates traslada el panteón griego del exterior, del templo, al sagrario de la conciencia y moraliza de paso a los dioses, pues es un escándalo filosófico que incurran en crímenes y adulterios. La divinidad socrático-platónica tiende a la perfección de la bondad absoluta. 

Sócrates alude a su daímon (δαίμων), a su divinidad interior, como símbolo de la "voz de la conciencia" o la pascaliana "razón del corazón"  cuando la racionalidad no es suficiente. La piedad sirve así de frontera y complemento a la razón (como en Kant).

La incomprensión de su renovada, moralizada e interiorizada forma de religiosidad explica la acusación que se vierte contra él: que inventa dioses nuevos, que es poeta de dioses (ποιητὴ θεῶν). Por su parte, Platón absorberá la "piedad pitagórica" en sus viajes a la Magna Grecia (Italia y Sicilia).

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Ni el término hebreo ni el griego para la piedad se encuentran a menudo en la Biblia, donde a la piedad se prefiere la fe y la justicia para referir a la vida grata a Dios. Donde se usa se vincula con conocimiento (2 P 1, 5-7) y con dulzura y paciencia (1 Tm 6,11). También se usa la palabra para referir a conductas personales (1 Tm 5, 4) que incluyen el arrepentimiento, la oración y la práctica del amor cristiano.

En su transcurso medieval y posteriormente el cristianismo elaboró manuales con ejercicios piadosos. El que se apiada se compadece del dolor de cristo en su pasión y del dolor del prójimo. El piadoso, el compasivo, puede empoderarse, lo que puede provocar cierta humillación en el compadecido, "lo que ha hecho que en el Occidente actual la piedad sea ofensiva o peligrosa. '¡No quiero que me compadezcas!'" (J. A. Marina, Diccionario de los sentimientos), se oye con frecuencia. Sin embargo, la ausencia de piedad caracteriza al despiadado y la sociedad que ha hecho bandera del interés y la competencia tiene mucho de despiadada.

La piedad, como otros tipos de conmiseración, misericordia o compasión, muestra un claro parentesco con el amor.

Más sobre la piedad y la impiedad..., en el blog Espíritu & Cuerpo.