πάλιν significa otra vez, y γένεσις origen, nacimiento. El término y el concepto de palingenesia se usa análogamente en diversas ciencias como la filosofía, la teología, la historia del derecho o la biología, para significar el renacimiento o regeneración de una entidad, inerte o viva, tras su muerte real o aparente.
Se ha empleado también el término como sinónimo del eterno retorno y, más particularmente, el retorno o reencarnación de las almas.
En su Tertulia de boticas prodigiosas refiere Cunqueiro a la Palingenesia como ciencia secreta bien conocida por los monjes viajeros y predicadores de Irlanda, Isla Esmeralda, que manejaban antiquísimos manuscritos, aún escritos en jeroglíficos, que también conoció el sabio jesuita Atanasio Kircher, que habló de ellos en el libro XII de su Mundus subterraneus.
Allí, la palingenesia significa nueva vida o resurrección de las plantas. También Paracelso, en el libro VI de Sobre la naturaleza, describe prácticas palingenésicas. En 1660 el caballero Digby hizo crecer ortigas quemadas y se cuenta de un tal Claves francés que hizo resucitar un gorrión de sus cenizas.
Bella y bestia. Mosca y ranúnculo, 9 mayo 2009. |
Luciano de Samosata afirmó irónicamente que el alma de la mosca es inmortal: “Cuando muere una mosca, resucita si se la cubre de ceniza, operándose en ella una palingenesia y segunda vida desde un principio, de modo que todos pueden quedar completamente convencidos de que su alma es inmortal”. Reprocha a Platón el haber olvidado ese dato en su tratado acerca del alma y su inmortalidad, y remite para ello a una información entregada por Eliano, Hist. animal II, 29.
En efecto, Claudio Eliano, gramático y naturalista fantasioso escribió una receta para resucitar a las moscas que se ahogan, uno no sabe si porque tuvieron calor o por intrepidez temeraria, una vez en el agua ya no saben levantar el vuelo. El interesado en resucitar a las moscas ahogadas habrá de sacar el cadáver, esparcirá ceniza sobre él y lo expondrá a los rayos del sol. Entonces, "la mosca resucita". No entra Eliano a discutir la utilidad de semejante práctica. "Pertinaces", las llamó Machado. Y es cierto que a veces no basta un solo golpe para exterminarlas.
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