sábado, 8 de abril de 2023

RENCOR



Mauricio se preguntaba por la raíz del resentimiento, esa extraña soberbia que es como el envés del orgullo. Cuando el resentido clama justicia puede que lo que le reproche a Dios, al destino, a la historia, al gobierno o al prójimo sea que no se han mostrado injustos con él, que no han arrimado la sardina a su ascua, que no le han prestado favores que cree merecer, a veces porque sí, porque está en su derecho a obtener lo que desea.

El resentido suele creer que tiene mala suerte y entonces es rencor metafísico, como si lamentara el haber nacido: una queja cósmica. Son ayes por que no se nos ha otorgado lo caprichoso, lo arbitrario, por que no se ha satisfecho nuestro deseo de lo necesario o de lo superfluo.

Segismundo sabía que no queremos sólo lo que merecemos, sino también lo que no merecemos. En muchos tipos que lo han tenido casi todo y no han tenido que dar un palo al agua, la indignación resulta ridícula.

En general, pedir favores es vergonzoso, pero lo que suele reclamar el rencoroso es el favor que otros obtienen merecida o inmerecidamente. Es posible que en las cosas graves o en las situaciones serias, en el amor o en la religión, no pidamos justicia, sino favor, es decir, privilegios. 

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