viernes, 18 de marzo de 2022

MIRADA

Miradas, tinta y acuarela 2022

 La más sorprendente de las aptitudes de los seres vivos es su mirada. No existe nada tan especial. De las orejas no decimos que poseen una "escuchada" ni de las narices que poseen una "olida" o "aspirada". El mirar está más en acción que cualquier otro sentido, por eso hay mirada.

Es muy difícil definir la mirada, pero no engaña porque es atención, elección. Es difícil aproximarse a su rara esencia. A mí no me extraña que los antiguos pensasen en su magnífico poder como algo peligroso: el poder de aojamiento. Se discurrieron cientos de ensalmos y remedios contra "el mal de ojo". Hay miradas matadoras, acusadoras, embelesadoras, amenazantes, seductoras, confiadas, despreciadoras... Pueden mover a la piedad, al amor o al odio. 

La fuerza y energía de la mirada es un hecho, aunque no sepamos en qué consiste físicamente, cuánticamente. Sentimos que nos miran, aunque no veamos quien nos mira. Eso está probado. Incluso los insectos sienten que los están mirando. Cuando los fotografío, me oculto detrás de la cámara para que no lo noten; miro a través de ella para que no huyan cuando sienten que los estoy mirando. Los artrópodos también miran, las arañas con ocho ojos, aunque no sepamos muy bien qué ven. Faena difícil, de buen espía, mirar sin que sepan que estás mirando, sin que el espiado sepa que lo están siguiendo.

Lo que distingue unos ojos que tienen mirada de otros que no la tienen es la vida. Los ojos de un muerto dan vergüenza porque ya no miran, por eso les bajamos piadosamente los párpados y los velamos. Materia en descomposición, sin alma. Al fallecer, no entregamos sólo el último aliento, sino también la última mirada.

El recién nacido llora y sorbe, pero enseguida abre los ojos y se empeña en ajustar su mirada, que será única, inconfundible. Esa ventana de la mente por la que sale un poder desconocido. Hijos del sol son todos los ojos, espejo de su fuego. La mirada no engaña. "¡Mírame cuando me hables!". 

Recuerdo a mis amigos difuntos sobre todo por el modo en que me miraban. Se cuidaban de mí cuando lo hacían. "¡Ni me mira!", es el reproche de la persona desatendida y enamorada. Es "persona atenta" la que me mira o la que "mira por mí". "Regarder", dicen los franceses, es también observar, examinar, sobre-guardar, cuidar con respeto. La sola mirada del padre protege al hijo, le desembaraza de miedos. "¡Mira, madre, lo que hago!".

El hombre -dijo Platón- es el ser remirado, que remira y se remira. Miramos dos, tres veces..., buscando profundidades, analizando, reflexionando. Saber mirar es fundamental. Quien no sabe dónde o qué mirar es como quien no ve. No veremos dos veces lo mismo si sabemos mirar bien.

Algunos místicos han sentido cómo Dios les miraba desde dentro o desde fuera. Y ellos en su horizonte espiaron mirando, vislumbrando Su misterio.

Sobre "ver y ser visto": https://esprituycuerpo.blogspot.com/2021/08/ver-y-ser-visto.html

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