1. Etimológicamente, "natura" como 'nascor', igual que φύσις y φύω, responden en latín y griego a la idea de nacimiento, génesis, origen; es decir, natural es lo que nace, crece y se transforma.
2. Acepción cosmológica: Naturaleza es todo el conjunto de seres que nacen, crecen y mueren ("¡sobre todo mueren!", se quejará angustiado Unamuno). Y en abstracto, naturaleza es la universalidad de fuerzas y leyes que se manifiestan en el universo sensible, el que vemos, oímos, tocamos...
Filósofos y teólogos han atribuido equivocadamente esta acepción cosmológica a Aristóteles, pero ni en el Estagira ni en ningún otro filósofo de la Antigüedad se halla este concepto de naturaleza como el conjunto abstracto de leyes del Universo. Es relativamente reciente, explica Amor Ruibal (*).
Aristóteles no usa φύσις (phýsis) para referir a la universalidad de los seres corpóreos, sino κόσμος (cosmos) y también οὐρανος (uranos) (De Coelo, I). La naturaleza (phýsis) de Aristóteles ni siquiera expresa una entidad corpórea como tal, sino el principio o principios activos determinantes de cada ser corpóreo concreto.
En Aristóteles, ni aún el concepto de energía expresa algo aislable de las cosas, sino la actividad concreta e individualísima en el cuerpo que se mueve. Es el ser-operación que a un tiempo produce individualidad y mutabilidad de los entes: ταῦτα μὲν γὰρ καὶ πάντα τὰ φύσει ἤ ἀει οὕτω γίγνεται, ἥ ὠς ἐπι τὸ πολύ. (Lo mismo puede decirse del concepto abstracto de movimiento, que Aristóteles ni enseñó ni demuestra haber conocido).
3. Acepción ontológica-estática: la naturaleza como condición esencial de un ser, su constitución intrínseca y sustancial. Aquí se opone la naturaleza como ser, a la nada. En este sentido niega S. Agustín contra maniqueos y de acuerdo al neoplatonismo que el mal tenga naturaleza. Hallamos la phýsis a menudo en el lenguaje patrístico. S. Gregorio Nacianzeno define la naturaleza como aquello "por lo que cada cosa es tal o tal" y S. Cirilo de Alejandría identifica la naturaleza con la persona para reconocer en Cristo 'unam naturam Dei Verbi incarnata'.
En la tradición filosófica prevaleció esta acepción de naturaleza como especie o esencia: 'Natura quiddam... commune quiddam est, et indefinitum'.
Sin embargo, la naturaleza (phýsis) nunca tuvo en Aristóteles significación estática, ni tampoco admitió una naturaleza que no fuese esencialmente genética. La naturaleza puede aparecer -sólo metafóricamente,según Aristóteles- como término de generación, τέλος τῆς γενέσεως (Met. II).
4. Acepción ontológico-dinámica: a) la naturaleza como potencia operativa de un ser. Es la "naturaleza" del escorpión que en la fábula pica a la rana "porque está en su naturaleza", aun habiéndole prometido al anfibio, que inocente le ayuda a atravesar el río, que no le picaría; b) la naturaleza como serie de causas que producen un orden de efectos.
Como principio operativo la naturaleza es principio de acción o pasión que sobreviene a los cuerpos. Este concepto sí se basa en Aristóteles. En este sentido aristotélico, Dios carecería de naturaleza. Tampoco los espíritus la tendrían, pues -dice Amor Ruibal- sería inútil buscar en Dios un principio inmanente de evolución o de finalidad intrínseca, si en él coinciden alfa y omega, el principio y el final. Obviamente el dios de Aristótles como primer motor es un principio físico, natural, no sobrenatural.
En la teoría hilemórfica de Aristóteles tanto la materia (hýle) como la forma (morphé) son naturaleza. Phýsis en Aristóteles es un dinamismo concreto en cada entidad, no abstracto. Naturaleza como base de la forma peculiar de cada ente. La génesis debe su razón de ser a la phýsis, así como la esencia (ousía) debe su razón de ser a la génesis (naturaleza => génesis => esencia; entendiendo => en sentido productivo y causal).
Esta interpretación de Aristóteles congrúe muy bien con el neodarwinismo, la esencia o sustancia (ousía) es por la génesis (genética) en este naturalismo o fisicalismo puro. Si no fuera porque la producción se subordina a la forma o estructura y en Aristóteles, la forma es también fin, es decir entelequia, principio intencional de la entidad de la cosa. Su naturalismo es también una teleología.
Sin embargo, la phýsis para el Estagirita es un principio inmanente -no trascendente-, un hecho interno dinámico de la evolución entitativa, también como materia no ordenada de la cosa en sí pero determinable en la síntesis de materia y forma. En cuanto causa del ser, la phýsis o naturaleza puede considerarse según la teoría aristotélica de las cuatro causas:
i. Eficiente: Aquí se determina la diferencia entre Naturaleza y Arte, pues la primera es norma para sí misma, mientras que el Arte, lo artificial, tiene fuera de sí su norma y principio. No es un hecho artificial que la carcoma ataque la madera de una mesa, sino natural. A la naturaleza como causa agente suele oponerse la libertad como causa suficiente, autónoma y trascendente, como cuando nos negamos al impulso natural de comer o beber con la intención de adelgazar.
ii. Final: la intentio naturae es para Aristóteles la perfección de la naturaleza, su entelequia, es decir el estar en su fin propio.; la phýsis es así razón de la evolución genética, que tiene por objeto su perfeccionamiento en cada ente, su ortogénesis.
iii. Material: es la causa in fieri: ἡ πρῶτε ἐκάστω ὐποκειμένη ὐλη, la materia prima que está debajo y sirve de base a cada cosa (Física II).
iv. Formal: La materia sin forma no es un phýsis actuada. La forma le da a la síntesis el ser y el ser inteligible. Por eso -al contrario que Platón- deriva Aristóteles la "causa ejemplar" no de una forma extrínseca al ente, sino intrínseca. La idea no viene de fuera a dentro, sino de dentro a fuera. Es la forma o especie que se pone en la definición.
La teoría de Aristóteles de la naturaleza -concluye Amor Ruibal- es una teoría del orden natural.
5. Acepción física: Naturaleza son los cuerpos y las leyes que los rigen.
6. Acepción metafísica: a) la naturaleza es el ser frente al no-ser, como la privación o el mal; b) el carácter esencial de un ser o de un conjunto de seres, es decir su sustancia (ousía); c) virtud o potencia operativa que influye en un efecto; d) lo que se contrapone a la individualidad.
7. Acepción teológica. La naturaleza como lo opuesto a lo no-natural, lo antinatural, lo preternatural y lo sobre-natural. Dícese como "antinatural" lo que destruye a lo natural.
El problema del nexo ontológico entre lo natural y lo sobrenatural es tratado de modo ejemplar en la Escolástica, por Tomás de Aquino y por Juan Duns Escoto. Este piensa que la naturaleza tiene la determinación propia de las sustancias o esencias (ousías), pero ninguna esencia escapa a la intelección de Dios ni queda fuera de la acción divina, sino que la intelección de Dios es base de las esencias posibles y tiene acción radical en ellas. Por eso en la naturaleza existe un dinamismo latente capaz de evolucionar mediante lo sobrenatural, elevándose hasta lo infinito, al cual, por virtud intrínseca, aspira la criatura racional.
"De esta suerte -explica Amor Ruibal- lo sobrenatural viene, en cierta manera, a completar las aspiraciones de la naturaleza". El Doctor Sutil, atribuye una realidad, esse diminutum, a toda naturaleza como posible. Su teoría no está exenta de inconvenientes -que añade Ruibal-. Con todo, el voluntarismo de Escoto y su metafísica modal parece que pudo inspirar la concepción leibniciana de la mónada.
Nota
(*) Ángel Amor Ruibal. Cuatro manuscritos inéditos, Gredos, Madrid 1964. La entrada se ha redactado sobre la síntesis de su sección "Naturaleza y sobrenaturaleza", I, 1º, I, 2.; y II, 4.