lunes, 3 de junio de 2024

CONATO

 



Por conato entienden los diccionarios el inicio de una acción que se frustra antes de llegar a su término. Nos parece perfecta esta difinición para atribuir "conato" a la faena siempre incompleta de existir como vivientes. No iré tan lejos, ni pintaré tan negra nuestra condición, para decir con Sartre que el humano es "una pasión inútil". No sabemos qué se juega el Señor del Todo en la vida de sus súbditos, ni siquiera si hay Señor o diseñador de lo enigmático e inmenso universal.

Sin embargo, es evidente que no hay vida que podamos considerar completamente acabada ni plena. Acabaremos nuestros días en este mundo dejándonos tareas inconclusas, amores perdidos, experiencias amagadas, libros por leer, maravillas por ver, verdades por descubrir, amigos por hacer... El gran Kant tuvo conciencia de la infinitud de la tarea moral y por eso postulaba, esperanzadamente, la posibilidad de un más allá. Pero cualquier destino ultramundano para el alma o el espíritu es poco probable e incierto. Así que nos agarramos a esta vida como a clavo ardiendo, arrastrando cada uno su cruz como el viejo de la estampa el haz de leña.

Ese conato, ese impulso interno de autoconservación y persistencia en la existencia fue para el filósofo Baruch Spinoza nada más y nada menos que la expresión de la naturaleza divina.

 El apego a la vida, el instinto de supervivencia o conatus, incluso el apego a una vida miserable, lo expresa con gracia inmortal Samaniego en una de sus fábulas: EL VIEJO Y LA MUERTE.


Entre montes, por áspero camino,
tropezando con una y otra peña,
iba un viejo cargado con su leña
maldiciendo su mísero destino.

Al fin cayó, y viéndose de suerte
que apenas levantarse ya podía
llamaba con colérica porfía
una, dos y tres veces a la Muerte.

Armada de guadaña, en esqueleto
la Parca se le ofrece en aquel punto;
pero el viejo, temiendo ser difunto,
lleno más de terror que de respeto,
trémulo le decía y balbuciente:

"Yo... señora... os llamé desesperado;
pero... - Acaba; ¿qué quieres desdichado?
- Que me carguéis la leña solamente."

Tenga paciencia quien se cree infelice;
que aún en la situación más lamentable
es la vida del hombre siempre amable:
El viejo de la leña nos lo dice.

En Spinoza, éticamente, el conato expresa el esfuerzo de cada ser para mejorar su condición, aumentar su poder, mejorar su excelencia haciéndose con las virtudes (buenas costumbres). Al conato o conatus podríamos llamarlo más rastreramente apetito. Percibimos, sentimos y apetecemos como seres vivos. Según Spinoza, los afectos positivos aumentan nuestra capacidad de actuar y -por decirlo así- fortalecen el conatus. Cree Spinoza que el conatus de cada individuo y cosa es parte del poder infinito de Dios para existir y obrar.

Como Spinoza, también Thomas Hobbes identificó el conato con la pasión que precede a la acción, pensando además que podría medirse. Esfuerzo, impulso, fuerza activa, cobran en filosofía un sentido metafísico, como el élan vital de Bergson.

Leibniz, por su parte, otorgó gran importancia al conato al afirmar que las mónadas poseen un principio de acción, lo que le permitió desarrollar una concepción dinámica de la realidad. Afirmó el alemán que lo que en el cuerpo es conato en la mente es afecto. Define el conato como "la acción de la que se sigue el movimiento si nada lo impide" (1). Leibniz tomó la definición de conato de la física de su tiempo y la trasladó a la psicología. 

En 1671 define la voluntad como "conato del que piensa" y en una carta a Arnauld del mismo año insiste: "el conato de la mente, esto es, la voluntad". Para Leibniz, la armonía es composición de conatos. La fuerza activa de los cuerpos envuelve un conato o tendencia a la acción. Y añade que en esto consiste propiamente la entelequia (ἐντελέχεια). La fuerza activa es doble: primitiva y derivativa, es decir, sustancial o accidental. A la primitiva la llamó Aristóteles ἐντελέχεια ἡ πρώτη (enteléjeia hê prótê), forma sustancial, principio natural que junto con la materia o fuerza pasiva constituye la sustancia corpórea, que es por sí misma una (2).

Esta entelequia-conatus es o bien alma o bien algo análogo al alma que obra sobre un cuerpo orgánico que sin ella no sería sino una máquina. Por su parte, la fuerza derivativa es lo que algunos llaman impetu, es decir, conato por que se modifica la fuerza primitiva o principio de acción. El conato es la fuerza futuriza o que tiende al futuro. Todo cuerpo tiene conato, es decir "el impulso (nisus) a cambiar de lugar de modo que el estado siguiente al actual se sigue por si mismo, por la fuerza de la naturaleza" (3).

Leibniz consideraba que las almas y en general las sustancias simples son indestructibles por medios naturales y sólo pueden comenzar por creación o por aniquilación. La muerte no es corte de guadaña, sino "envolvimiento" de formas sustanciales.


Notas
(1) G. W. Leibniz. Escritos filosóficos. Ed. Ezequiel de Olano, 2003, pg. 156 y nota 86.
(2) Ibidem, pg. 104.
(3) Pg. 566.



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