CAMPO Y HORIZONTE DE SENTIDO
Dice o trina la señorita S / @spacarias en X que España no existía ni como Estado ni como nación antes de 1492 y protesta por las respuestas airadas de "señores" que aprietan los puños. Sin apretar lo puños, sin hacer puñetas ni mandar hacerlas a nadie, le diré a S (Rivas, Madrid) ante todo: ¡que tiene razón! Decir que España no es un Estado moderno antes de la fundación del Estado moderno, que precisamente inician en Europa los Reyes Católicos (cosa de la que se percata el florentino Maquiavelo) es trivial. Y decir que no es una nación también lo es, sobre todo si tenemos en cuenta que el concepto, idea o mito, de "nación" es una creación que emerge de la revolución francesa y del posterior romanticismo, se trata de una creencia romántica, por tanto, es absurdo pensar en un "nacionalismo" español, o catalán o vascón o sardo, o ruso o ucraniano o palestino, anterior al siglo XIX.
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Provincias romanas en la época de Augusto |
No obstante lo cual, si pides a una IA referencias histórico culturales a la unidad, geográfica, cultural, ideológica, sentimental, mítica, religiosa, de Celtiberia, Iberia, Hispania, Spania Espanna, España o de las Españas, te encontrarás con estos hechos y documentos, fundados en fuentes fiables. Retoco la información que me proporciona en su investigación Gemini (IA), con afán de brevedad y claridad:
La Noción de España como Entidad Nacional antes de 1492
La pregunta del usuario por los pensares y sentires respecto de la unidad de la península invita a una exploración más profunda y matizada: ¿existía un sentimiento de identidad colectiva que trascendiera las divisiones políticas y geográficas de la Península Ibérica en la Edad Media? ¿Cómo se manifestaba esta idea de "España" en la literatura y la historiografía de la época?
El presente informe aborda esta cuestión analizando el concepto de "España" no como un estado-nación, sino como una noción cultural, ideológica y religiosa que evolucionó a lo largo de los siglos. El análisis se centrará en el período que va desde el reino visigodo (siglos VI-VIII) hasta el advenimiento de la Monarquía de los Reyes Católicos (siglo XV), un lapso crucial en la gestación de una conciencia peninsular unificada. Se distinguirá entre el concepto de patria (referente a la tierra natal, una matria), el de regnum (la entidad política del reino) y la idea de una entidad pan-peninsular, a menudo de carácter ideológico o religioso. El informe está estructurado para trazar la evolución de esta noción, comenzando con sus orígenes en la Hispania visigoda, pasando por su desarrollo en el marco de la Reconquista, y concluyendo con su consolidación intelectual y su fragmentación política en la Baja Edad Media.
La Herencia Visigoda y el Nacimiento de la Idea de Mater Spania
El primer gran referente textual que alude a "España" como entidad unificada con carácter casi nacional se encuentra en la era visigoda. Tras la caída del Imperio Romano, la antigua Hispania, una demarcación administrativa que ocupaba la totalidad de la Península Ibérica, se convirtió en el territorio del reino visigodo de Toledo sobre la base de la fusión de la población visigoda con la hispanorromana, un proceso que consolidó una única entidad política y religiosa. Fue en este contexto donde surgió el primer gran promotor de una conciencia peninsular unificada: San Isidoro de Sevilla. En su obra cumbre, la Historia Gothorum, escrita a principios del siglo VII, San Isidoro concibe a la península no solo como una geografía, sino como patria con una identidad propia. Su prólogo, la célebre Laus Spaniae (Elogio de España), es el texto más significativo. En él, San Isidoro eleva a España a la categoría de "Primera Nación de Occidente" y la describe con un lenguaje profundamente poético y orgulloso. Entre sus versos, se lee:
"Eres, oh España, la más hermosa de todas las tierras que se extienden del Occidente a la India; tierra bendita y siempre feliz en tus príncipes, madre de muchos pueblos. Tú, honra y prez de todo el Orbe; tú, la porción más ilustre del globo".
Este elogio no es una mera descripción lírica de la tierra. San Isidoro utiliza el término "Spania" no sólo en un sentido geográfico, sino también en un sentido político-religioso, celebrando la reciente unificación territorial bajo el rey visigodo Suintila y la unificación de la fe bajo el catolicismo. Al fusionar la herencia romana (el territorio), la monarquía goda (el poder político) y la fe cristiana (la identidad religiosa), San Isidoro crea un mito de origen. Este mito, el de la "madre España" unida y sagrada, se convirtió en el fundamento ideológico que perduraría a lo largo de siglos. Es este ideal de una entidad peninsular unida bajo una fe común el que se convertiría en la base moral y política de los incipientes reinos cristianos del norte tras la invasión musulmana del año 711.
La Reconquista no se concibe meramente como una guerra por la tierra, sino como un proyecto de restauración de esta "España perdida" de los godos, tal y como lo confirman las crónicas posteriores que señalan cómo la invasión árabe puso en peligro el "sentimiento de la nacionalidad" que se había forjado bajo el reino godo.
Para ilustrar la evolución de este concepto, a continuación se presenta una tabla cronológica que resume los principales hitos textuales y conceptuales del término "España" antes de 1492.
Entre el Elogio de España de San Isidoro (s. VII) y la unificación de los reinos de Castilla y de Aragón con los Reyes Católicos (1469) caben principalmente los siguientes hitos histórico-textuales:- Crónicas asturianas, albeldense y de Alfonso III, de los siglos IX-X (Salus Spaniae, la salvación de España)
- Cantar del Mío Cid, siglo XII (Patria, Tierra, sentimiento de pertenencia ligado a la tierra natal, Castilla y a la lucha contra el enemigo común).
- Alfonso X Sabio (XIII), Linaia de Imperium. Construcción historiográfica de una narrativa peninsular continua, legitimando la monarquía como heredera del linaje godo.
- Reyes Católicos (S. XV), Monarquía hispánica (1469), materialización política de un ideal de unidad dinástica y territorial. La Reconquista como proyecto de nación y la idea de la continuidad goda.
Lo cierto es que tras el colapso del reino visigodo, la idea de "España" no desapareció, sino que se transformó en un motor ideológico para los incipientes núcleos de resistencia cristianos. Estos reinos, especialmente el de Asturias, adoptaron una narrativa de continuidad con el pasado godo para legitimarse y justificar su lucha contra el poder musulmán en la península. Las crónicas asturianas, como la Crónica Albeldense y la Crónica de Alfonso III, son fuentes fundamentales de este "proyecto de nación". En ellas, la lucha no es simplemente una serie de campañas militares por territorio, sino una empresa de "restauración" del reino visigodo.
El lema ideológico detrás de este esfuerzo era la Salus Spaniae (la salvación de España), una idea que movilizaba a las élites cristianas con el objetivo final de expulsar a los musulmanes del territorio peninsular. Para lograrlo, los reyes asturianos se presentaron no como meros caudillos locales, sino como los herederos legítimos de la monarquía goda. Este relato, si bien contenía elementos de fabricación histórica, servía para legitimar su expansión territorial y su supremacía sobre los demás reinos peninsulares. Al vincularse con un linaje preexistente y con una misión divina de recuperar una "España" perdida, estos monarcas, como Alfonso III, transformaron una serie de conflictos locales en un proyecto de "restauración nacional", dotando de un propósito colectivo a la lucha y forjando una identidad compartida entre la nobleza y los súbditos. Las crónicas del reino asturiano, en un formato que narra la historia desde Roma, pasando por los visigodos, hasta los reyes asturianos, demuestran esta pretensión de continuidad.
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La Escuela de Toledo de Alfonso X el Sabio |
La Construcción Literaria e Histórica de una Identidad Pan-Peninsular
La noción de "España" como una entidad colectiva se nutrió no solo de la historiografía, sino también de la literatura. Obras épicas como el Cantar de mio Cid (siglo XII) reflejan un sentido de identidad que, aunque no se etiqueta como "nacional," trasciende el honor puramente feudal. La obra narra el destierro de Rodrigo Díaz de Vivar, un vasallo fiel del rey Alfonso VI, y sus esfuerzos por recuperar su honor y su patrimonio. Si bien la lealtad del Cid al monarca es un valor central y de naturaleza feudal, sus hazañas no son solo una búsqueda de redención personal. Las victorias militares sobre los "moros" no solo le otorgan riqueza, sino que también benefician a su séquito y a la comunidad de vasallos que lo acompañan en el destierro. La epopeya se enraíza en la "tierra" y la "patria", y el héroe se convierte en un símbolo de la perseverancia, la lealtad y la justicia, ideales que se asocian intrínsecamente con la identidad castellana y, por extensión, con la lucha colectiva de la Reconquista.
La visión más erudita y consciente de una identidad peninsular unificada provino del rey Alfonso X el Sabio en el siglo XIII. Su monumental proyecto historiográfico, la Estoria de España, buscó por primera vez compilar toda la historia de la península en una sola narrativa, redactada en lengua vernácula. El prólogo de la obra declara explícitamente la intención del rey de "recopilar los hechos de Espanna" para que los "yspanos" conozcan "su comienzo". La obra no solo narra los hechos desde el origen del mundo, sino que los organiza en una "línea de sucesión en el imperium" 15, legitimando el poder real como la culminación de un linaje histórico ininterrumpido. Al hacer accesible esta historia a un público más amplio mediante el uso del castellano, Alfonso X no solo instruía, sino que también contribuía a crear un sentido de "comunidad imaginada", una identidad compartida a través de un relato común. Su labor de recopilación de fuentes, tanto árabes como latinas, y su traducción por sabios de las tres culturas (judía, musulmana y cristiana) en la Escuela de Traductores de Toledo, demuestran su empeño en unificar no solo el pasado, sino también el presente, bajo una narrativa común.
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Mío Cid, de la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes |
Las Múltiples 'Españas': Del Plural Político a la Unidad Ideológica
A pesar de los poderosos conceptos de unidad forjados en la literatura y la historiografía, la realidad política de la Península Ibérica antes de 1492 era de profunda fragmentación. El territorio estaba dividido en varios reinos cristianos (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal) y el reino nazarí de Granada. Cada uno de estos reinos tenía una identidad política y, en algunos casos, cultural, distintiva. Mientras que el reino de Castilla y León se veía a sí mismo como el heredero directo del proyecto visigodo y el motor de la Reconquista, la Corona de Aragón, con su vocación marítima mediterránea y su sistema foral, operaba con una identidad política y económica diferente. La idea de una "España" monolítica y uniforme no se corresponde con la realidad plural de la Edad Media. La coexistencia de las "tres culturas" fue una característica intrínseca de la península, y cada una de ellas tenía su propio término para referirse al territorio: Al-Andalus para los musulmanes y Sefarad para los judíos. Aunque la coexistencia no fue pacífica, la interacción cultural fue innegable, manifestándose en la Escuela de Traductores de Toledo, donde sabios de las tres religiones colaboraron bajo el patrocinio real para transmitir el conocimiento clásico y árabe a Europa. La visión de "España" era, por lo tanto, multifacética y no monolítica.
La conquista de Granada en 1492 y la subsiguiente expulsión de los judíos marcarían el fin de esta pluralidad y el inicio de un proyecto de unidad de naturaleza diferente y más excluyente, sentando las bases de una identidad nacional más uniforme.
Conclusión: Un Concepto en Vísperas de la Modernidad
A lo largo de la Edad Media, la idea de "España" se gestó y consolidó como un ideal, un mito y un proyecto intelectual, mucho antes de que se materializara como una entidad política unificada. Los textos y las crónicas de la época demuestran que, si bien la nación-estado moderna no existía, el concepto de una entidad peninsular con una historia, un destino y una identidad compartida era un pilar ideológico central para las élites cristianas. Desde la poética Laus Spaniae de San Isidoro en el siglo VII, que fundó un mito de origen a partir de la herencia romana y goda, hasta el proyecto historiográfico de Alfonso X en el siglo XIII, que buscó unificar el pasado en una narrativa continua, la idea de "España" se mantuvo como un ámbito o campo y horizonte de sentido.
Las epopeyas como el Cantar de mio Cid reflejaron un sentimiento de pertenencia a una "patria" que trascendía el simple vasallaje feudal. En este contexto, el año 1492 no representa el punto de origen de la nación española, sino la culminación de un largo proceso. La conquista de Granada y la unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón, que se habían unido de facto desde el matrimonio de Fernando e Isabel en 1469, sentaron las bases políticas para la materialización de un ideal que había existido por escrito durante casi un milenio.
La idea de "España" como una entidad cultural e histórica, con una visión de unidad por encima de la fragmentación política, precedió a la entidad política que hoy conocemos, existiendo como una visión, un mito y un proyecto intelectual que, con el tiempo, se haría realidad.