jueves, 23 de agosto de 2007

Historiar

Existe un documento médico que recibe el sugerente nombre de: "historia clínica". En él se nos pregunta sobre achaques pasados de cierta entidad, operaciones quirúrgicas, minusvalías sobrevenidas, etc. También para encontrar empleo se utiliza una encuesta parecida (aunque se le denomina "curriculum" por aquello de establecer una diferencia con la anterior y para indicar que lo importa no son los males sino lo que de útil el pretendiente ha hecho). También el psicólogo, como profesional, es afecto a recolectar episodios pasados buscando antecedentes de los problemas de su paciente. En otros casos sucede (y pienso que toda persona más tarde o más temprano lo intenta) que el sujeto se de a la afición de "historiar" su pasado; no con ánimo terapéutico, laboral o político, sino para entender su vida, o quizá para justificar su estado actual.
En ese último caso la tarea es caótica. Más allá de los olvidos (y las omisiones deliberadas) la cuestión central se plantea en la organización de lo acontecido: ¿qué destacar? Qué sucesos estuvieron preñados de consecuencias y cuales fueron inanes en una sucesión ininterrumpida.
¿Podría ayudarnos la teoría histórica, la de la gran "Historia", en nuestra minúscula búsqueda?
Edward Raymond Carr, el conocido historiador y ensayista británico, escribió hace mucho tiempo algo sobre el tema:

"En 1850, en Stalybridge Wakes, un vendedor de golosinas era deliberadamente golpeado hasta la muerte por una muchedumbre enfurecida, tras una disputa sin importancia. ¿Es ello un hecho histórico? Hace un año hubiese contestado que no sin vacilar. Lo había recogido un testigo ocular en ciertas memorias poco conocidas; pero nunca vi que ningún historiador lo considerase digno de mención. hace un año, el Dr. Kitson Clark lo citó en sus Conferencias Ford en Oxford. ¿Confiere esto al dato el atributo de histórico? Creo que aún no. Su situación actual, diría yo, es la de que se ha presentado su candidatura para el ingreso en el selecto club de los hechos históricos. Se encuentra ahora aguardando partidarios y patrocinadores. Puede que en años sucesivos veamos aparecer este dato primero en notas a pie de página, y luego en el texto, en artículos y libros acerca de la Inglaterra decimonónica, y que dentro de veinte o treinta años haya pasado a ser un hecho histórico sólidamente arraigado. Como también puede que nadie lo mencione, en cuyo caso volverá a sumirse en el limbo de los hechos del pasado no pertenecientes a la historia, de donde el Dr. Kitson Clark ha tratado generosamente de salvarlo" (1)

Siguiendo el mismo razonamiento podríamos considerar un hecho personal como histórico (en el sentido de "historia personal") si el sujeto o algún profesional que lo requiere (por ejemplo su médico) lo consideran relevante en sus consecuencias. Comer una fabada hace veinte años, pongamos por caso, en un reunión familiar... no es relevante, no es un hecho histórico; a menos que de la ingestión susodicha se haya derivado una indigestión con consecuencias que sí son memorables. En estos casos tenemos el problema no menos peliagudo de remontarnos en la cadena de los hechos hasta su causa primera. Algo que es muy difícil de establecer, sino imposible.
Estas reflexiones me llevan a concluir que los problemas para clasificar los hechos en la pequeña historia del individuo son más difíciles de resolver que los hechos históricos de una comunidad (aunque más no fuera que un pueblo pequeño). En ambos casos se necesita del recuerdo y mejor aún si existe documentación, pero la historia de las comunidades humanas es mucho más variada y siempre cabe la posibilidad de que cualquier hecho (incluso trivial) sea encumbrado a la memoria pública por obra y gracia de la necesidad colectiva de tener una “Historia” propia. En cambio en la historia personal no es habitual esta manera rebuscada de afirmar o confirmar la identidad. Por lo menos en la mayoría de los casos, aunque quizá peque de simplista ya que es habitual en las personas mayores una reflexión no pedida sobre su vida pasada. ¿Necesitan los individuos, al igual que los pueblos, inventarse un pasado significativo?
En cualquier caso, tal como sugiere el autor citado los hechos, en si mismos, no llevan adosados ninguna etiqueta que permita clasificarlos:

"... ¿Qué será lo que decida cuál de ambas cosas ha de suceder? Dependerá, pienso yo, de que la tesis o la interpretación en apoyo de la cual el Dr. Kitson Clark cite este incidente sea aceptada por los demas historiadores como válida e importante. Su condición de hecho histórico dependerá de una cuestión de interpretación. Este elemento interpretativo interviene en todos los hechos históricos" (ibid)

Se me ocurre que si aceptáramos conscientemente lo que de hecho hacemos sin saberlo… podríamos darle un poco de más sal a nuestro aburrido pasado. Incluso ofrecer datos sorprendentes para competir en la dura lucha por la vida.
Pongamos por caso que uno está en trance de confeccionar un “currículum” (ese documento que puede determinar por si mismo un cambio importante en nuestra vida) ¿por qué no incluir, como dato significativo, el hecho de que cuando pequeño, fui un apasionado lector de los libros de Emilio Salgari? ¿No puede haber alguna relación de causa a efecto entre esas lecturas infantiles, donde los piratas arriesgaban su vida para conseguir un cuantioso botín, y nuestra responsabilidad actual para encarar tareas comerciales o administrativas? ¿Quién puede negar con rotundidad que esas tempranas lecturas infantiles no han estimulado tanto nuestra imaginación como formado nuestro carácter para empresas posteriores? Por qué no ampliar nuestro curriculum explicando que en la juventud uno trajinó las humosas salas de billares nocturnas, hasta que cerraran las puertas ¿Quizá demostraría nuestro temprano interés para comprender las relaciones físicas entre sólidos y las consecuencias que éstas tenían en los humanos participantes? Una experiencia que normalmente no atinamos a rememorar en las antesalas de un cazador de talentos.
En realidad es imposible demostrar que no existan efectos importantes de hechos hoy subestimados por la teoría psicológica. En el futuro, estoy persuadido, se reconocerá que toda la vida del sujeto es una estructura donde cada pieza juega un papel clave y por esta interpretación cobrará más relevancia lo que ahora juzgamos nimiedades.
Dejamos constancia, por lo tanto, que la exploración del pasado no es tarea de ociosos sin mejor cosa que hacer. La Historia nos fortalece, si está adecuadamente diseñada (lo que implica, siempre, un poco de imaginación y benevolencia simultáneamente). Con palabras de Montaigne: “Quién recuerda los males que ha sufrido, aquellos que lo han amenazado, las livianas circunstancias que lo han hecho pasar de un estado a otro, preparase así a las mutaciones futuras y a la asunción de su condición”.

Nota:
(1) E.H.Carr(1961) : "Qué es la historia",. Editorial Planeta-Agostini, Barcelona, 1984, Tit.Orig: "What is history?", London. , pag. 16.

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